Cuerpo, vínculo y máquina

Cuerpo, vínculo y máquina

En este artefacto se asume el cuerpo como centro y como organismo, como ser y como extensión prostética de sí. No podemos comprender una ecología medial, ni un juego dramatúrgico en la digitalidad si no asumimos una forma prostética de los cuerpos. Porque son los cuerpos los que producen poiesis en si mismos. 

Los cuerpos son materialidad expresada y expresiva, el cuerpo es la forma orgánica en la que somos y creamos mundo; pero lo cierto es que desde el marco de referencia de esos cuerpos posibilitados por dispositivos, no podemos pensar en cuerpos a los que se les asigna normativamente una fisicalidad tal.

El cuerpo es más allá que su materialidad, por ejemplo, si lo pensamos en términos de agencia y su capacidad de generar herramientas y tecnologías que devienen también como capacidad técnica. 

Para B. Preciado un cuerpo siempre está pensado como un cuerpo prostético, “porque la prótesis no reemplaza solamente un órgano ausente; es también la modificación y el desarrollo de un órgano vivo con la ayuda de un suplemento tecnológico”.

Si los cuerpos concebidos en este siglo XXI son ya máquinas y contienen en sí extensiones tecnológicas, considerando a los dispositivos digitales como tales, por ejemplo, entonces podríamos pensar que a partir de esta relación vincular entre cuerpo y tecnologías, dichos cuerpos son capaces de producir técnica. La técnica es esa potencia del cuerpo en tanto que producción (poiesis), la técnica es un “modo de hacer salir de lo oculto”. Como poiesis hace ser lo que no es. 

Para B. Preciado, la prótesis muestra que la relación cuerpo/máquina no puede comprenderse simplemente como un ensamblaje de partes anodinas y articuladas conjuntamente que cumplen una labor específica. En lo que concierne a la modificación de las actividades vivas del cuerpo orgánico, la prótesis sobrepasa el orden mecánico. La prótesis alucinatoria ya es un ciborg. 

De esta manera, los cuerpos son más allá que sus prótesis, sus extensiones: son también su producción. Porque cuerpo y máquina se vinculan ya como concepto, pero también como extensión potenciada. Es decir, siempre puede inscribirse desde nuevos lugares y territorios. Desde nuevas máquinas y tecnologías. Desde nuevas posiciones y agencias, puede ser un ciborg y desplazarse a través de dispositivos digitales para generar otredades, diferencias y singularidades, pero también imagina nuevos mundos y siente al interior más allá de su fisicalidad y sus injertos.

Esto lo puede lograr a través de mediaciones, a través de máquinas materiales e inmateriales. La palabra máquina deviene del latín mechané, su significado más general de «medio, creación, dispositivo» no distingue entre medios materiales e inmateriales, sino que permite que ambos se solapen y se fundan.

Si los cuerpos son máquinas, tecnologías prostéticas capaces de devenir mediaciones, los cuerpos ciborg también pueden convertirse en expresión digital, en escritura, en código, en diseño, en traza, en resto, en diferencia, en contra-dispositivo. Visto desde esta perspectiva, un cuerpo puede devenir una dramaturgia (como posible mediación performativa) en un espacio físico y en uno digital. 

Esta ligación entre la producción desde el cuerpo, el cuerpo como tecnología que genera y como máquina que media, es la base conceptual desde donde parte esta investigación performativa. 

Me interesa poner al cuerpo en el centro del análisis. Un cuerpo que, en su ámbito expandido, puede funcionar para generar algoritmos, mecanismos y ser parte de máquinas heterogéneas que producen para otros eso que ese cuerpo está siendo capaz de materializar y producir. Pero también ese mismo cuerpo prostético puede ir contra ese dispositivo y generar nuevas máquinas (en este caso dramaturgias) que vayan en el sentido contrario de esos mecanismos. 

Ese sentido contrario se relaciona con dos agencias específicas: la primera es la capacidad de lograr ubicar y crear un “lugar”, es decir un espacio que dé cuenta de la diferencia y singularidad, abriendo las conexiones, creando distancia entre elementos para dar espacio a la reflexión y agencia del usuario. Y dos, a través de la expresión estético-poética de la no transparencia que genere nuevas tramas, que cree ficciones, poéticas, encuentros, conversaciones, actos performativos devenidos en trazas, huellas y residuos dentro de una ecología digital y medial. A estos actos realizados por cuerpos prostéticos ciborg les denominaré artefactos, y específicamente los artefactos que propongo nombrar: Dramaturgias maquinales. 

Porque un cuerpo se ubica en un territorio y desde ahí se expresa, se presentifica. Un cuerpo no se define por la forma que lo determina, ni como una sustancia o un sujeto determinados, ni por los órganos que posee o las funciones que ejerce; sino desde la experiencia. Así la creación de mundos instalado-escenificados digitalmente o entre la digitalidad y la materialidad física de los cuerpos hacen posible crear y poner “cosas al lado de las otras” (conjuntividad, dirá Bifo Berardi); y, por tanto, invitar a otro cuerpo llamado aquí interactor, interactora, para que perciba, introyecte, experiencie, accione, utilice y re-interprete eso que está ahí.

Un cuerpo en relación con otros cuerpos se encuentran entreverados por las máquinas, las pantallas, los mundos virtuales: interactúan, se conocen, se presencian. La experiencia entonces abre un nuevo paradigma: presencia, temporalidad y duración extendida del cuerpo físico (ciborg) hacia una corporalización no material sino virtual pero real, configurando un artefacto. Un cuerpo humano, como paradoja de la contemporaneidad que pone de manifiesto la extensión y el embodiment posibles en territorios digitalizados donde se pueden dar funciones corpóreas de percepción y emocionalidad. En el caso de las dramaturgias maquinales estos cuerpos tienen la intensión de agrietar a otras máquinas que buscan mecanizar, de tal forma que dichos artefactos logren no solo conectar datos y por tantos desterritorializar. a los cuerpos y sus identidades, sino construir un lugar donde se pueda afincar, inscribir una experiencia que cree subjetividad; y que, por tanto, dé cuenta de los sujetos y su capacidad performativa.

Esos cuerpos pueden utilizar esas dramaturgias para configurar nuevos mundos, lugares y temporalidades propias de la mediación que se da entre cuerpo y medio digital. Se ubican en un tiempo y lugar, como en cualquier experiencia poética donde se tejen diálogos en común a partir de vínculos, en este caso desde la concepción de cuerpos expandidos y digitalizados. Quizá una concepción situada del cuerpo ciborg. 

Se trata entonces de proponer modos de creación que utilicen como estrategia lo maquinal en el sentido deleuzeano del término, donde los cuerpos en interacción desde la mediación dramatúrgica generan también máquinas abstractas expresadas en materialidades digitales y no digitales, fronterizas y mezcladas donde se generan lugares que conjuntan escrituras, sonidos, acciones, representaciones, metáforas y recorridos, entre el afuera y el adentro de la capacidad digital, lo que nos obliga a pensar en la expansión de esa agencia corpórea entre distintos dispositivos y máquinas. 

Como dice Preciado: “Porque la prótesis no reemplaza solamente un órgano ausente; es también la modificación y el desarrollo de un órgano vivo con la ayuda de un suplemento tecnológico. Como prótesis del oído, el teléfono permite a dos interlocutores distantes intercambiar una comunicación. La televisión es una prótesis del ojo y del oído que permite a un número indefinido de espectadores compartir una experiencia al mismo tiempo comunitaria y desencarnada. El cine podría pensarse retroactivamente como una prótesis del sueño. Las nuevas cibertecnologías sugieren el desarrollo de formas de sensibilidad virtual e híbrida del tacto y de la visión, como en el tacto virtual gracias a los ciberguantes… La arquitectura, los automóviles y otros medios de transporte son también prótesis complejas sobre las cuales otras prótesis-de-la-sensibilidad, con sus sistemas y redes de comunicación, desde el teléfono hasta el ordenador, pueden conectarse. En esta lógica de creciente conexión, el cuerpo parece fundirse con sus órganos prostéticos dando lugar a un nuevo nivel de organización y generando una continuidad (¿individual?, ¿transpersonal?) orgánica-inorgánica”.